Tras cruzar el canal de Chacao en un ferry desde el continente, aparece la Isla Grande de Chiloé (un rectángulo de 250 km de longitud por 50 km de ancho) que forma parte del archipiélago del mismo nombre, constituido por unas treinta islas.
Recorre su geografía de suaves lomajes donde irán apareciendo apacibles poblados con sus casas de madera de vivos colores. Muy pronto te encontrarás con el encanto genuino de sus habitantes, los chilotes, mezcla de los colonizadores españoles y el pueblo huilliche, reconocidos por su hospitalidad. Las coloridas casas, construidas en pilotes sobre el agua, son los llamados “palafitos”, un clásico de la isla. Como también lo son sus iglesias, de madera y construidas entre los siglos 18 y 19, dieciséis de ellas declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco.
Ancud, Castro y Quellón son sus principales ciudades, ademas de la emergente Península de Rilan, al norte de Castro, estos son el puntos de partida para descubrir los abundantes parajes y la rica gastronomía que guarda este enclave, su mitología y fiestas locales.
Navegar en kayak por los canales secundarios o tomar un transbordador hasta otras islas del archipiélago como Quinchao, Lemuy, San Pedro o el grupo Chauques es un experiencia que no olvidarás. Es así como podrás vivir de cerca la particular cultura de la gente de Chiloé, participar en sus fiestas y escuchar sus mitos y leyendas.
Como si no bastara con su cultura, en la Isla Grande de Chiloé el mar y los bosques convergen en un entorno solitario y salvaje. podrás visitar el Parque Nacional Chiloé, en la parte occidental, y el Parque Tantauco en el sur. Allí podrás observar zorros chilotes, cientos de aves y ballenas jorobadas, que van rumbo a la Patagonia. Este parque también sorprende con sus red de senderos de trekking entre alerces, arrayanes y cipreses.
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