Ese verde que se extiende hasta el horizonte como una alfombra que va cubriendo colinas y pequeños cerros es un paisaje único.
Lo que pareciera una postal romántica de cuento, toma sentido dada la orientación de las vides que se levantan gracias a la especial topografía del terreno.
No hay otro paisaje vitivinícola igual en Chile. El Valle del Itata es un pequeño tesoro en la Región del Biobío, cuya tradición vinícola se remonta a más de 400 años y donde todavía pueden verse pequeñas parcelas con viñedos de cabeza esparcidos entre los pinos.
Con una ruta incipiente que poco a poco incorpora al turismo dentro de sus actividades, Itata guarda en sus viñedos la historia de la viticultura chilena.
Desde el Valle del Itata provienen algunos de los vinos más atrevidos de Chile, pero también algunos pequeños productores se han atrevido a incursionar en el turismo, mostrando procesos de vinificación más artesanales y rescatando tradiciones.
El pipeño es uno de esos grandes ejemplos, que de vino de garrafa, pasó a ser una importante referencia nacional en tiendas especializadas de ciudades como Nueva York y París.
Itata se extiende por unos 100 kilómetros, entre las ciudades de San Carlos por el norte y Bulnes por el sur, en la provincia de Ñuble.
Los viñedos, de variedades rústicas, como el Moscatel, el País y el Cinsault, se han adaptado perfectamente al suelo y el clima del valle, conformando grandes extensiones de vides sin alambres ni espalderas.
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