La Isla de Mancera, llamada también Guiguacabín por los indígenas, o Imperial y Constantino denominada así en los primeros años de la colonia española, pasó a llamarse Mancera a partir del 6 de febrero de 1645 con la llegada de la flota que viajó del Callao a refundar la ciudad de Valdivia, abandonada luego del levantamiento mapuche de 1599.
Este destino se encuentra en la bahía de Corral. Sus extensas fronteras y hectáreas, sus cinco playas, una terraza donde se ubican las viviendas y una elevación central de 87 metros, cubierta de una frondosa vegetación de especies nativas y exóticas, brinda un paisaje fascinante, para emprender un nuevo viaje.
El recorrido de la isla se puede realizar en un par de horas, teniendo la posibilidad de observar las ruinas coloniales, la vegetación y fauna local, disfrutar de las playas y de la amabilidad de sus habitantes. Para llegar a la Isla de Mancera, ubicada al centro de la bahía de Corral, tiene fácil acceso con embarcaciones que zarpan desde Valdivia (Muelle Schuster, a un costado de Feria Fluvial), y desde el puerto de Niebla (17 km. al este de Valdivia). Desde el Puerto de Niebla las motonaves cruzan cada veinte minutos hacia la isla con módicas tarifas.
Castillo San Pedro de Alcántara
Desde hace bastante tiempo, una de las visitas que más llama la atención en la Isla es El Castillo San Pedro de Alcántara. En 1645 comenzó su construcción. Este Monumento Nacional, reconocido por el Decreto Supremo, está a cargo de la Dirección Museológica de la Universidad Austral de Chile. Cuenta en sus inicios que esta fortificación se inició por orden del virrey del Perú, después de la incursión holandesa. Desde ese entonces, el puerto de Valdivia fue considerado como La Llave del Mar del Sur.
Estos paisajes de selva sureña y roqueríos, perdidos en el tiempo; con un entorno de ruinas abiertas a una impresionante vista de la bahía de Corral, forman un lugar de privilegio.
Durante los meses de verano es el lugar elegido para invitar a los turistas a las Muestras Culturales de Isla Mancera, donde el cine y la música, unen generaciones gracias al arraigo folclórico y patrimonial, que sienten los valdivianos por sus costumbres. La Plaza de Armas, con sus almacenes, Caja Real, Sala de Armas y Palacio del Gobernador, el depósito general de pólvora (cumbre del cerro) y la Iglesia de San Antonio, de la orden franciscana son ruinas que hoy se conservan para el visitante, como espacios abiertos para la convivencia y donde se representan la identidad del sur de chile.
Discussion about this post