Disfruta del privilegio de cruzar las aguas del Estrecho de Magallanes en busca de las gigantes del mar, las ballenas jorobadas, conocidas por su amor a las piruetas y su complejo lenguaje de sonidos.
Se sabía que estos cetáceos migraban por el Pacífico desde las aguas cálidas de Centroamérica, donde se reproducen, hasta las gélidas aguas antárticas, donde cada verano se alimentan. Pero, un grupo de científicos chilenos descubrió que algunos ejemplares eligieron las aguas de la Isla Carlos III para alimentarse año tras año. Es decir, migran juntas desde la línea del Ecuador, pero por alguna razón aún desconocida, algunas deciden quedarse en el Estrecho de Magallanes y otras siguen hasta la Antártica, suceso que convierte esta zona en el único sitio del hemisferio sur donde se alimentan ballenas jorobadas fuera del continente blanco.
En este lugar se han registrado unas 100 ballenas jorobadas, que son bastante fáciles de ver, y no de a una sino varias, aunque obviamente la garantía de verlas depende de ellas. Quizás quieran esperar hasta el último minuto de tu estadía para saltar y levantar del agua su cuerpo de 17 metros y 40 toneladas, dejándote atónito con su espectáculo, o simplemente nadarán con calma y resoplando con fuerza a solo un par de metros de tu embarcación.
En el año 2003 se declaró este lugar como la primera Área Marina Protegida de nuestro país y se le bautizó como Parque Marino Francisco Coloane. En la isla existe un campamento con domos ecológicos y toda la implementación básica para los turistas. Junto a esto funciona un centro de investigación y un observatorio.
Cómo llegar:
Hay dos alternativas: desde Punta Arenas pueden llevarte a Faro San Isidro a embarcar en una nave mediana, o desde la misma ciudad pueden acercarte a Isla Riesco y tomar una embarcación mayor, siempre saliendo alrededor de las 07:00.
Fuente: Chile Travel
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