Cuenta la leyenda que las aguas de este lugar curaron la ceguera de una princesa inca. A eso se debería su nombre, Mamiña, “la niña de mis ojos”. A unos 125 km de Iquique y a 2.700 metros de altitud, este pueblo es famoso por sus baños de aguas termales. El lugar no invita a otra cosa que a descansar y dejarse querer.
El pueblo tiene una hermosa vista de los predios de alrededor. Su arquitectura se caracteriza por construcciones de piedra y techos de paja brava, típicas del altiplano, y tiene un hermosa iglesia del siglo XVII frente a la plaza, que guarda objetos de la Colonia como un antiguo órgano.
Aquí podrás elegir distintos baños dependiendo de la temperatura del agua, y si prefieres una piscina cerrada o un pozo al aire libre. En este periplo también se incluyen hoteles y spas con piscinas termales propias.
Si prefieres las tinas, lo mejor es ir a los Baños de Ipla con aguas a 45°C. Si quieres aliviar dolores musculares, el lugar es El Tambo, con aguas calientes a 57°C. Luego están La Magnesia, cuya agua se puede beber y la vertiente Radium, que al parecer es la que curó a la princesa y por eso la recomiendan para problemas oculares. También haybarros y los mejores están en los Baños Chinos, ricos en sodio y yodo.
En los restaurantes de Mamiña, prueba platos típicos, como el picante de conejo con papas chuño (papas andinas deshidratas), una delicia aderezada con rocoto, pero que puedes pedir sin este picante ají.
En esta zona de quebradas hay varios pucarás, como los de Cerro Inca, el de Jamajuga y Cerro Gentilar.
Al atardecer, cuando ya no haga calor, puedes salir a pasear por los alrededores con cámara en mano, listo para espectaculares tomas de la puesta de sol.
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