Si buscas playas más tranquilas, con arenas que se mezclan con grandes roqueríos, caletas de pescadores que se mantienen activas y una buena oferta de restaurantes, hoteles y cabañas para arrendar, debes avanzar unos 57 km al norte de Viña del Mar, siguiendo la costa hasta encontrar al pequeño poblado de Maitencillo.
Aquí se mezclan largas playas con pequeños montes en los que se han ubicado la mayor parte de las bellas casas de verano. Las playas El Abanico, Aguas Blancas y Playa Grande se han convertido en referente para surfistas que desde el amanecer aprovechan las vigorosas mareas de esta parte del Pacífico. Además, la presencia de vientos te dará la posibilidad de practicar parapente. La costanera cuenta con renombrados restaurantes y varios pubs muy concurridos durante el verano.
Maitencillo es vecino de Laguna de Zapallar, hogar de varias especies de pájaros, que separa a la zona de otro lugar de vacaciones, Cachagua, donde verás mayor exclusividad. Casas más grandes y de cortes modernistas ubicadas en los cerros comparten espacio con una playa de 5 km de extensión y que termina frente a la Isla de los Pingüinos, reservorio de aves y animales marinos de 5 hectáreas y separada de la playa por casi cien metros. En esta zona existe un club de golf, club ecuestre, una “medialuna” para rodeos y restaurantes de frutos del mar.
Zapallar es uno de los balnearios más aristocráticos de la región. Con una tradición de casi un siglo, las tierras del antiguo cacique Catapilco poseen dos playas principales: la Chica y la Larga que reúnen a gran parte de los visitantes. La pequeña bahía y los cerros que cercan del viento a Zapallar la hacen dueña de un extraordinario microclima y es famosa por sus grandes árboles, bellas casonas de veraneo, lindos jardines y la iglesia construida en piedra. Disfruta de Zapallar recorriendo su sendero de piedra junto al mar, que lo une con Cachagua y que muy pronto permitirá llegar a pie hasta Maitencillo.
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