Uno de los lugares más enigmáticos del fin del mundo se encuentra donde termina Chile. Cabo de Hornos, el cabo más austral del planeta, sigue siendo uno de los puntos más visitados del sur de Chile con sus hermosos paisajes y temperamentales aguas donde se acaba el Océano Pacífico.
Nombrado como Reserva de la Biósfera en 2005, la flora y fauna del lugar están protegidas con mayor fuerza desde entonces y está prohibido intentar dañarlas. Los frondosos bosques y ventisqueros, así como el ecosistema que sobrevive en ellos, respiran con calma al fin.

La llamada “zona más austral del mundo” ofrece un sinfín de lugares para visitar y actividades para realizar. Un poco de investigación sobre lo que queramos hacer mientras visitemos, será suficiente para embarcarnos al sur y llegar a un lugar que aún cuenta con terreno virgen.
Sigue siendo la ruta más rápida para dar la vuelta al mundo, es decir, para cruzar del océano Pacífico al Atlántico, a pesar de la apertura del Canal de Panamá y el Canal de Suez hace ya varias décadas.
Aunque el tráfico ha disminuido considerablemente, muchos barcos y buques continúan pasando por Cabo de Hornos. Sin embargo, lo que más se ha incrementado en la zona son los cruceros, que lleva a los turistas a visitar los grandes glaciares y ventisqueros que aún hay en la zona, a pesar del calentamiento global.
Cabo de Hornos es un punto de pura naturaleza. Entre las bajas montañas llenas de nieve a los glaciares milenarios, las aguas del Cabo ven pasar a miles de turistas cada año, quienes buscan algo más de aventura a la hora de pasar sus vacaciones. ¿Qué mejor que visitar el fin del mundo?
Lobos de mar, miles de pingüinos, focas, aves marinas y, sobretodo, la posibilidad de ver ballenas libres en el mar, son sólo algunos de los atractivos animales a ver en la zona.
Al Cabo también llegan muchos deportistas, quienes buscan un desafío más grande a la hora de practicar diversos deportes y disciplinas al aire libre. Se realizan competencias de natación, de velero, regatas y yates, no exentas de peligros y problemas, aunque llenas de adrenalina y compromiso por parte de los deportistas.
Estampado en tinta en los libros de Francisco Coloane, el Cabo de Hornos intriga a quienes lo conocen. Tras sus hermosos parajes se esconde un lugar temperamental, que cambia de ánimo en un dos por tres. Cielos despejados no son comunes y las nubes llegan pronto, dejando pocos lugares libres desde donde se asoma el sol.
Lo mismo ocurre con el agua, ya que el Pacífico parece querer sacudirse de los pocos grados centígrados que tiene encima y se bate contra la costa y las bajas montañas constantemente.
Siendo el paso obligado para quienes desean viajar hasta la Antártica, Cabo de Hornos entrega el aire más puro de la tierra, con una serenidad espiritual única, que sólo se consigue al ver las verdaderas maravillas del planeta, sin importar cuán lejos de casa estén.
Fuente: Visit Chile
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