A tan solo 100 kilómetros de Calama, se encuentra uno de los destinos más visitados por el turismo internacional, el pequeño poblado de San pedro de Atacama. Pequeño, pero grande a la vez.
Una vez que se deja la ciudad de Calama, la ruta y el desierto se conjugan adornados por enormes cables de energía eléctrica hasta depositarnos finalmente en la ciudad de San Pedro de Atacama. Allí, la arena desértica fue reemplazada por el color adobe que se adueñó de calles, casas y de todo aquello que el visitante pueda imaginarse.
Un pueblito, decenas de excursiones
La sensación que el visitante obtiene al caminar sus calles es indescriptible. Todo se ve marrón, desde los hostels y restaurantes hasta las agencias de viaje y excursiones, donde todos los días cientos de turistas deciden si irán a visitar los géisers del Tatio, el Valle de la Luna o si emprenderán el ascenso a alguno de los grandes volcanes que le hacen sombra a la ciudad.
Un marrón color adobe se encargó de teñir todo. Los únicos que no han copiado esta moda son la histórica iglesia, la Municipalidad y la plaza principal. Todo lo demás ha quedado amarronado. Maravillosamente amarronado.
Es considerada la capital arqueológica de Chile. Los desiertos que la rodean, al igual que sus salares y los pueblos originarios que al día de hoy se conservan intactos, la han convertido en los últimos años en uno de los destinos preferidos para el turismo arqueológico y antropológico.
De la Muerte a la Luna
Pucarás como el de Quitor y Catarpe nos permiten viajar en el tiempo y encontrar vestigios del pueblo atacameño que habita la región desde hace más de 10 mil años.
Hoy, estas comunidades se hallan integradas al desarrollo turístico con que cuenta la zona. Se pueden recorrer en bicicleta o bien caminando, ya que no están a grandes distancias de la ciudad.
El valle de la Luna y el valle de la Muerte son una muestra de este desarrollo de las comunidades. El primero fue declarado “santuario de la naturaleza” y es conocido por su aspecto morfológico por cada uno de los turistas que llega hasta San Pedro. Cuando hay luna llena, el espectáculo natural se vuelve multitudinario
El Valle de la Muerte es un gran médano ideal para practicar deportes de aventura, como parapente y sandboard, y todos los días parten trekkings que nos llevan hasta sus finas arenas
La ciudad de San Pedro de Atacama es chica, pero es su mínima esencia la que la vuelve inolvidable. Edificios históricos como su iglesia y plaza principal o su transitada calle Caracoles nos hacen sentir como si estuviéramos dentro de un cuento de García Marquez. Aquí, el realismo mágico se respira en forma constante.
Fuente: Welcome Chile
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