Sin duda, el misticismo y la magia que rodea a la comuna de Coquimbo la convierten en un destino atrayente a la hora de escoger un lugar para visitar. Piratas, batallas y tesoros escondidos forman parte del imaginario colectivo local, relatos que por años se han transmitido de boca en boca, generación tras generación, pero que en muchos casos mezclan realidad y ficción.
Son historias que condimentan la idiosincrasia coquimbana y que pesan sobre uno de sus principales símbolos. Emplazado en el cerro Castillo del Carmen, frente a Punta Pelícano, el Fuerte Coquimbo representa una parte importante de la historia local.
Recorrer sus instalaciones inevitablemente nos traslada a un pasado histórico que, con el correr de los años, se ha visto tergiversado, mezclando antecedentes reales con la magia que inspira una zona reconocida por el arribo de bandoleros del mar.
“Para muchos sería más simple que estuviera asociado a piratas porque es un historia más fácil de digerir, en vez de entregar antecedentes históricos del lugar”, señala Francisco Álvarez, concesionario del Fuerte Coquimbo durante el periodo estival, hace ya dos temporadas.
Según relata, en más de una oportunidad ha tenido que corregir a guías turísticos por entregar información imprecisa, “la magia de este lugar sería lograr fusionar de forma correcta el proyecto de recuperación de patrimonios y la entrega de información verídica de lo que ocurrió acá”. Esfuerzos que a diario debe realizar para evitar que los turistas y todos aquellos que visitan el Fuerte se lleven una idea errónea del sitio.
Quien también ha dedicado gran parte de su tiempo a cumplir este cometido, que parece una tarea casi imposible, es Jaime Espejo, documentalista histórico de la municipalidad de Coquimbo.
“Esto no tiene nada que ver con piratas, es una fortaleza del tiempo de la Guerra del Pacífico y que antiguamente se llamó Cerro Castillo del Carmen porque así se denominaba todo este sector”, señaló el funcionario.
ORIGEN DEL FUERTE
Si bien los relatos populares relacionan a la instalación como lugar de defensa contra los piratas, la realidad está alejada de aquello. El Fuerte Coquimbo data de 1876 y se construyó con un fin militar, defender y proteger a la bahía de Coquimbo y Guayacán de los barcos peruanos durante la Guerra del Pacífico.
Según la información proporcionada por el documentalista de la municipalidad, el lugar también recibió el nombre de Fuerte de Cerro Castillo del Carmen.
EL CAÑON DE LAMBERT
Corría el año 1876 cuando el empresario Joseph Lambert trajo desde la aduana de Valparaíso un cañón de 150 libras y 8,5 pulgadas del tipo W. H. Armstrong, de 4 toneladas. El arma era parte del Fuerte Valdivia y fue instalado en el Fuerte Coquimbo por la Brigada Cívica de Artillería, quedando operativo durante 1879, bajo la ordenanza de Delmiro Koch.
“En las fundiciones y oficinas de Lambert había un polvorín, si colocaban el cañón allá, vendrían los barcos y les dispararían, lo que provocaría la explosión del lugar, por eso el empresario ofreció traerlo hasta acá”, explicó Jaime Espejo. Esta situación generó que la comunidad, erróneamente, llame al Fuerte Coquimbo como Fuerte Lambert, por lo que los esfuerzos de historiadores y autoridades se han concentrado en reinstalar entre la ciudadanía su verdadera denominación.
“Nos costó mucho que, incluso las autoridades, entendieran que se llama Fuerte de Coquimbo”, afirmó.
EL ÁRBOL DE LOS DESEOS
“Muchos turistas llegan preguntando por él”, señalan desde la administración del recinto. Es que en más de algún show de entretención les han contado de la existencia de un árbol con características mágicas que se ubicaría en el Fuerte Coquimbo, información que no es del todo cierta.
“La magia que tiene este árbol es que al crecer rompió una piedra”, explican, y además advierten a los turistas que “está en un precipicio y no pueden llegar ahí porque es peligroso”.
RESCATE PATRIMONIAL
Gracias a la adjudicación de un concurso de mejoramiento de espacios culturales, la municipalidad de Coquimbo recibe en 2006 fondos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo que le permitieron restaurar, entre otros lugares, el Fuerte Coquimbo.
“Se invirtieron 250 millones de pesos, primero por el mejoramiento urbano y después se desarrollaron, a través de planes sociales de la municipalidad de Coquimbo, todo lo que significó la cantería y la mampostería en piedra, trabajo que duró un año y meses”,recuerda el documentalista, labores que se realizaron sobre las bases de la antigua fortificación.
Espejo, además, precisa que el nombre del recinto es “una conmemoración de nuestro Batallón Coquimbo que participó en la Guerra del Pacífico”.
IMPORTANCIA DE LOS MIRADORES
Durante la Guerra del Pacífico, la bahía de Coquimbo contaba con seis fortines para la protección y defensa de la zona, los que fueron rescatados en la infraestructura que compone actualmente el Fuerte Coquimbo y están representados por cada uno de los miradores.
Según indicó Jaime Espejo, el nombre de aquellos fortines eran “Lambert”, “Cerro Quisquito”, “La Cruz”, “Dominante”, “Peñuelas” y “Libertad”, este último defendía la entrada a la Bahía de Guayacán. “Todo este espacio de alguna manera está recordando el trabajo de quienes desarrollaron la defensa de la bahía”, explica Espejo.
DISPUTA POR LA ESTATUA DE FRANCIS DRAKE
Recordada es la intensa disputa que sostuvo Coquimbo y La Serena por la idea de instalar una estatua de Francis Drake en el Fuerte. “Le íbamos a levantar una escultura, pero La Serena se opuso, para ellos no era posible de que un bandolero, un pirata, los estuviese mirando”, señaló Espejo.
El documentalista explica que la importancia de Francis Drake radica en que “para nosotros es un navegante explorador. Después de estar acá, da la vuelta al mundo y después de Sebastián Elcano es el segundo hombre en hacerlo”.
Si bien el funcionario municipal afirma que el Consejo de Monumentos Nacionales dictaminó que cualquier ciudad o localidad es libre de levantar la estatua que desee, para terminar con el conflicto, el municipio porteño decidió instalarla en Guayacán, lugar donde se ubica el “Mirador de los navegantes”, “consideramos que era un lugar adecuado, porque allá estuvo su refugio”, señaló.
ENTRETENCIÓN FAMILIAR
Lo cierto es que el Fuerte Coquimbo busca consagrarse como un centro de recreación familiar y a eso se han abocado tanto los esfuerzos de las autoridades como del actual concesionario.
“Este es un espacio netamente familiar y gratuito, acá no se cobra por entrar por lo que es una opción para aquellas familias que no tienen ingresos para ir a otros lugares”, manifestó Espejo, idea que también ha sido trabajada por Francisco Álvarez, “hemos orientado nuestro trabajo a ello, pero además queremos que sea un lugar de encuentro comunal para los que somos de acá y al reencuentro de nuestras tradiciones locales”.
Fuente: EL Día
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