Es uno de los más importantes símbolos de la presencia del catolicismo en Chile y su establecimiento como religión oficial, con el arribo de los conquistadores españoles en el siglo XVI.
En su interior, una cripta aloja los restos de arzopispos y obispos de Chile. Además, destaca el Monumento a los Héroes de la Batalla de la Concepción, que guarda los cuatro corazones de los capitanes caídos en combate.
En la actualidad, miles de fieles la visitan cada año. Sirve como destacado escenario para actividades de importancia nacional, como es la celebración del Te Deum Ecuménico, ceremonia de acción de gracias realizada cada 18 de septiembre, con motivo de la celebración de Fiestas Patrias.
La Catedral Metropolitana fue declarada Monumento Nacional en 1951.
El conquistador español Pedro de Valdivia destinó el solar del costado poniente de la Plaza de Armas para levantar la Iglesia Mayor, que se transformó en Catedral cuando el Papa Pío IV nombró la ciudad como sede de un extenso obispado, por bula del 27 de junio de 1561.
A lo largo de tres siglos, esta iglesia debió ser reconstruida en cinco ocasiones (1561, 1571, 1670, 1679 y 1748), a raíz de los daños causados por incendios y terremotos. El actual edificio corresponde al levantado en 1748.
Varios arquitectos contribuyeron a la construcción de este templo, entre ellos los jesuitas bávaros Pedro Vogl y Juan Hogen, Antonio Vásquez de Acuña, Francisco Antonio Barros, Joaquín Toesca, José Bhorquez, Juan José de Goycolea, Ambrosio Santelices, Fermín Vivaceta y Vicente Larraín.
El arquitecto italiano Joaquín Toesca fue el encargado de levantar el frontis, inspirándose en la fachada del templo de San Juan de Letrán. En su construcción utilizó piedra sillar traída desde la cantera del Cerro Blanco.
En 1899 el Arzobispo Monseñor Mariano Casanova encargó al arquitecto italiano Ignacio Cremonessi la transformación de la Catedral. Las obras incluyeron estuco en los muros de piedra, la supresión de las vigas de cedro y el artesonado de madera del interior, adornándola con pinturas y aplicaciones de estuco y yeso. Con esas intervenciones perdió su primitivo estilo colonial y adquirió el carácter moderno renacentista que aún mantiene.
Fuente: Santiago Capital
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