
Se trata de una propuesta que se debate en torno a dos principios: Por una parte sus referencias contextuales, como la torre del campanario, que con sus 50 m.. de alto se yergue reproduciendo un elemento formal que se repite en diversos sectores de la ciudad y a distintas escalas. Por la otra, una ruptura de ciertos cánones tipológicos propios de la arquitectura religiosa; así tenemos la superposición de dos naves, una capilla “diaria” en el piso inferior y la catedral propiamente tal en el nivel superior; una tribuna perimetral que a la manera de un teatro circunda la nave de la catedral; una pasarela elevada que discurre por el eje de las naves hasta unirse en un punto encima del presbiterio desde el que se asciende a la torre del campanario.
Se trata de una iglesia en cruz latina, que respeta en gran medida la disposición espacial propia de este tipo de edificio: una nave principal, flanqueada por intercolumnios que dividen las naves laterales y otras dos transversales que conforman el transepto ocupado por el presbiterio. Dada la existencia de dos niveles, su acceso recurre a la creación de un espacio abierto, a la manera de un lobby exterior al que se ingresa desde el lado de la plaza. Frente a la puerta principal, se halla el ingreso a la nave inferior, en tanto que a sus lados parten sendas escaleras dispuestas simétricamente dirigiendo el recorrido hacia la nave superior.
La nave superior o “capilla catedral” concentra la mayor parte de los 800 m2 de superficie que ocupa la catedral en tanto que las naves transversales son reducidas al mínimo. El presbiterio ocupa la totalidad del transepto y consiste en una plataforma cuadrangular con las esquinas recortadas a 45º, elevada a 35 cm. del nivel de la nave; el altar ocupa la parte central del presbiterio, y su eje longitudinal coincide con el de las naves transversales.
Una estructura metálica exenta, que continúa la disposición de las columnas del nivel inferior, soporta la cubierta y se dispone formando un rectángulo que inscribe la nave y un cuadrángulo que inscribe el presbiterio. El espacio que separa la estructura de los muros es ocupada por una tribuna que gira por todo el contorno interior de la catedral. Una pasarela que casi acaricia las cumbreras, ocupa los ejes de la nave central y las transversales, para unirse sobre el presbiterio desde donde parte una escalera caracol que asciende hasta la cúspide de la torre, a través de las tres plataformas – mirador que dominan el panorama valdiviano.
La nave inferior o “capilla diaria”, actúa como un enorme zócalo de 3 m. de altura, y la disposición estructural de sus columnatas de hormigón armado responde a lo previsto para la nave catedral. Ocupa cerca a 3/4 partes de la superior, con el mismo ancho que ésta y un largo algo menor, pues en el muro testero se halla la sacristía y más adelante dos velatorios y una cripta. Las comunicaciones verticales incluyen, además de las escaleras principales, otras exteriores y una rampa que conecta los velatorios ocupando uno de los ambulatorios.
Exteriormente asemeja una estrecha nave con techo a dos aguas, a la que se adosan volúmenes menores que apenas afectan su forma; así tenemos: las naves laterales; las naves transversales; una especie de marco al frente y otro similar que hace de ábside. El elemento protagónico de este edificio es la torre del campanario, que a la manera de un aguja gótica se eleva formando con su cuerpo una suerte de esqueleto estructural. En conjunto, esta obra señala un deseo de acercar al feligrés a un contacto con las alturas, a través de la verticalidad visual del conjunto y un recorrido aéreo ajeno a la cotidianeidad de los mortales.
Fuente: 7UC
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