En un costado de la Plaza de Armas, en la calle Manuel Antonio Matta, está la Iglesia Catedral San Mateo Apóstol, más conocida como la Catedral de Osorno.
Con una torre neo gótica de 45 metros de altura que se ve desde la mayoría de las calles del centro, la catedral se ha convertido en un símbolo de la ciudad que guarda una historia única. Esto porque ha sido reconstruida en cuatro oportunidades después de terminar completamente destruida con guerras, incendios y terremotos.
Es así como la actual iglesia es el quinto edificio que se construye en el mismo lugar, luego que la primera, que se construyó en 1577, quedara en el suelo tras la Guerra de Arauco. Recién después de 219 años, en 1796, se levantó una segunda catedral, pero ésta se derrumbó con el terremoto de 1837. Luego, un incendio en 1926 y el terremoto del ’60 terminaron con las demás construcciones.
Por esto, no fue hasta 1962 en que Osorno pudo contar con su actual ícono, la que proyectó el arquitecto chileno León Prieto Casanova, quien se inspiró en los sombreros de los obispos, llamados Mitra, para diseñar la torre principal.
Desde la Plaza de Armas, la fachada de la iglesia pareciera que tuviese pintados varios santos católicos. Sin embargo, al pararse frente a ésta, se puede ver que cada uno de ellos está hecho por incontables trozos de cerámica que, en conjunto, formarían el mosaico más grande de América Latina, según dice una placa que está en la misma iglesia. Sobre éste hay unos vitrales traídos desde Barcelona y diseñados por el arquitecto Juan Echeñique.
Al cruzar las puertas principales, hay un pequeño hall que en sus paredes tiene varias placas que cuentan distintos momentos de la historia de la iglesia, la que también se puede conocer en cada rincón de ésta. Saliendo del hall se puede ver el Cristo Quemado, que si bien nunca estuvo en alguna de las primeras construcciones, se trajo a la catedral desde el Convento de las Carmelitas Descalzas que está en Osorno y que se incendió en 1993.
También se puede visitar la Agonía de Cristo, un crucifijo que se rescató de la catedral que se construyó en 1929 y que se cayó con el terremoto del ’60. Las cientos de placas de agradecimiento de los fieles que rodean la imagen reflejan el apego que los osorninos y habitantes de ciudades cercanas tienen por este símbolo.
Fuente: Plataforma Urbana
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